EL TESORO

EL TESORO

«El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombe lo encuentra, vuelve a esconderlo y, de tanta alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel»

 

-Mt 13,44

Un sin fin de elementos y puntos de reflexión pueden derivarse de tan cortas líneas. He aquí el misterio de las parábolas: historias breves, personajes y elementos cotidianos, elaboraciones simples, narraciones de pocas palabras. Y detrás de su aparente sencillez: la complejidad de la atmosfera humana, las dinámicas análogas, el simbolismo, el misterio de lo que no se entiende sino a través de la narración en tanto que narración.

Semejante a la parábola de la perla aunque con características propias y particularidades diferentes, aquí el Reino de los Cielos se presenta como una situación más bien fortuita y asombrosa. El Reino se describe aquí como el tesoro que está escondido en el campo. Allí está, permanece, aguarda a ser descubierto. ¿Por qué hombre buscaría un tesoro en aquel campo? El hombre de la parábola parece encontrar el tesoro de manera más bien fortuita. Parece poco probable que aquel personaje estuviera dedicado a la búsqueda de tesoros enterrados. Más bien la intención parece ser demostrar lo fortuito del asunto. Aquel hombre lo encuenra. Desde luego es un tesoro, y por tanto es algo de sumo valor. Aparece en su panorama de repente como una posibilidad antes ni siquiera buscada, una posibilidad de la que ahora no puede alejar su atención, la idea de cambios importantes para su vida, la cual entra ahora a ser evaluada bajo una lente diferente a aquella con la que aquel hombrea solía evaular su propia vida con todos sus puntos. Este personaje es astuto, y no por nada los tesoros están escondidos. Vuelve a esconderlo, pero desde la confianza de que allí sigue toma nuevas decisiones. Un detalle crucial en la narración de esta parábola es aquel de la suma alegría que aquel hallazgo le provoca. A continuación su decisión no va a ser fría, ahora su fuente de motivación parece ser la alegría, al menos hasta donde la narración nos comparte. Vende todo lo que tiene. Es importante dejarse impactar por esta frase. ¿Quién es capaz de venderlo todo? ¡Absolutamente todo! El riesgo parece demasiado, pero su alegría resulta ser mayor. A diferencia del mercader de la perla, su cálculo no es solamente racional, "frío", sino que aquí el cálculo parece estar influeciado fuertemente por los afectos. Y en ello no se equivoca: ¡Ha encontrado un tesoro! Al igual que en la parábola análoga, este hombre hace su apuesta, entra en proceso, ha tomado una decisión en razón del valor encontrado. Vende todo, y compra el campo aquel. Caracterizado por su astucia, su prudencia, quizás también su paciencia (vender todo no se hace de un día a otro), este hombre supo encontrar el proyecto de su vida. 

Pese a la descripción anterior, la parábola sigue tratando del Reino de los Cielos, más que de los sistemas de motivación de su personaje. El Reino de esta menera se nos presenta "escondido", ¿quién sabiendo ya que hay un tesoro escondido en un lugar no va y lo busca? Por supuesto, el tesoro de la parábola valía más que todos los logros, bienes y propiedades de aquel hombre. Nadie deja nada, a menos que no sea por algo mejor. Parece ser que de fondo tenemos el mismo elemento que en la parábola de la perla, el sentido encontrado a partir del hallazgo, el gozo que este produce, y la opción radical que implica. 

-Arturo Castillo Muro

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