
LA PERLA
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«Tambien es semejante el Reino de los Cielos al caso de un mercader que anda buscando perlas finas. Cuando encuentra una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra»
-Mt 13,45-46
Un sin fin de elementos y puntos de reflexión pueden derivarse de tan cortas líneas. He aquí el misterio de las parábolas: historias breves, personajes y elementos cotidianos, elaboraciones simples, narraciones de pocas palabras. Y detrás de su aparente sencillez: la complejidad de la atmosfera humana, las dinámicas análogas, el simbolismo, el misterio de lo que no se entiende sino a través de la narración.
Un mercader que anda buscando perlas finas. Su medio de susbstencia es el ejercicio del comercio. Sus conductas están de por sí motivadas: ya sea por su propia subsistencia, familia, si es que la tiene, deberes civiles, etc. Anda buscando. No busca cualquier perla, busca perlas finas, perlas de un valor que representen para él y para la sociedad un elemento digno de ser comercializado a alto precio. El mercader busca, y el mercader encuentra. Sucede que encuentra una de gran valor. Entonces su motivación aumenta todavía más y hace un cálculo, preondera sus posibilidades, sus costos y beneficios. Entonces, como en toda decisión, da un salto de fe: vende todo lo que tiene. Solo una perla de altísimo valor lleva a relativizar, al menos por un momento, todo lo demás: lo vale. Y la compra. No sin antes haber pasado con toda seguridad alguna incertidumbre: un proceso entero de venta de todos sus bienes, un proceso de ahorro y negociaciones, pero con un fin claro. ¿Y si alguien más la compra antes? Él ha hecho una apuesta por lo más valioso, la ha visto, sabe que existe, y es capaz de vivir su proceso con la esperanza sobre la mesa. Sin duda un acto de fe, una fe sopesadamente fundamentada, pero al final con un cierto grado de riesgo, uno asumible desde el altísimo valor de la perla que ha conocido.
Por encima de todo, la línea que une todos estos puntos, y el fondo y la intención sobre la que descansa la narración es el "Reino de los Cielos", al cual se le compara no solamente con la perla o el mercader, sino con la interacción y la dinámica de la parábola tomada de manera global. Es, entre muchas otras cosas, una parábola sobre el valor. El valor del Reino, respecto al que el resto de las motivaciones pasan a ser secundarias, y frente al cual, para quien encuentra la perla, la radicalidad de la apuesta es absolutamente razonable aún considerando los riesgos de sus operaciones, pero que para el resto del mundo, aquellos que no han visto la perla, resulta ser una completa locura. ¿Quién no quisiera encontar la perla? El mercader de la parábola encontró un valor, y con ello, el sentido.
-Arturo Castillo Muro